Periodista
Horacio Ballester egresó del Colegio Militar en el año 1946. Fue compañero de promoción de ex militares como Leopoldo Galtieri y Luciano Menéndez, pero a diferencia de ellos él siempre estuvo convencido de que la democracia es el mejor sistema de gobierno. Considerado una rara avis en el universo militar, actualmente participa en los procesos judiciales contra sus camaradas de armas que participaron del genocidio, y preside el Centro de Militares para
–¿Qué formación tenían los hombres de las FF.AA. respecto a la denominada “lucha contra la subversión”?
–Fue un largo camino que se empezó a recorrer en el año 1942, cuando se organizó una reunión de cancilleres en Río de Janeiro con el fin de analizar la situación política y militar que atravesaba el mundo por aquellos años. Allí se resolvió crear una junta de especialistas navales y militares para estudiar la defensa del continente, que después pasaría a llamarse
–Desde esos tiempos y hasta la década del ’70, ¿cómo fue cambiando la visualización del enemigo por parte del ejército argentino?
–En 1942 los enemigos eran los países miembros del eje: Italia, Alemania y Japón. Ya terminada
–¿Qué rol jugaron militares extranjeros en el adoctrinamiento de sus pares argentinos?
–Su participación fue importantísima. Ya a fines de la década del ’50, cuando estaba arribando a
Argentina
–¿Esa instrucción técnica contribuyó a la edificación de un proyecto de país?
–Sin duda. Existen dos tipos de proyecto, uno independiente y otro dependiente. Cuando hay un proyecto nacional independiente el enemigo va a estar afuera, porque el resto de los países son los que se van a oponer al proyecto nacional del propio país. Ahora, cuando el proyecto nacional es dependiente, las armas van a apuntar hacia el interior del país, porque este tiene que subordinarse y satisfacer las necesidades e intereses socio-económicos del imperio de turno.
–¿Era conciente de las prácticas ilegales que realizarían las FF. AA. contra la población civil?
–Estando dentro de las FF. AA. denuncié toda esta avanzada represiva que se estaba gestando en el mismo seno de la fuerza. Así fue como en 1971 me hicieron un Consejo de Guerra cuando me sublevé por estas cuestiones contra la dictadura del general Lanusse, y ahí me dieron tres meses de prisión y la baja inmediata del Ejército. Ya un tiempo antes del derrocamiento de Isabel Perón se veía venir un incremento en la represión, pero nunca pensé que se iba a llegar a semejantes extremos. Lamentablemente varios de esos militares que protagonizaron el golpe junto a Videla y compañía, habían sido grandes amigos míos en la juventud. Es increíble ver como estos individuos se convirtieron en semejantes monstruos. Yo creo que ni ellos se imaginaban lo bestiales que podían llegar a ser.
–¿Con cuáles de los militares condenados o acusados de cometer delitos de lesa humanidad tuvo trato en el Ejército?
–Con casi todos. Fui compañero de promoción de tipos como Leopordo Galtieri, Albano Harguindegui, Luciano Benjamín Menéndez, Santiago Riveros, entre otros.
–¿Usted participó en el juicio a las juntas?
–Sí, en los juicios a las juntas participamos el coronel García y yo, como testigos de la fiscalía; y ahora participamos nuevamente en los juicios de Neuquén, en Corrientes, el de
-¿Cómo nace el Cemida?
-Cuando vuelve la democracia en 1983, las únicas voces castrenses que se escuchaban eran, desde luego, a favor del Proceso, tanto de militares en actividad como de retirados. Nosotros queríamos hablar pero no teníamos eco en ningún medio; éramos como invisibles. Nosotros queríamos hacer conocer a la opinión pública y en particular a los oficiales de las FF. AA, la existencia de un pensamiento militar genuinamente constitucionalista, el cual se oponía a toda manifestación castrense que exceda los límites de lo legal, lo moral y lo ético; según las más puras tradiciones sanmartinianas. Y con la certeza de que la democracia constituye el único medio para lograr la liberación argentina y latinoamericana. Entonces pensamos que si nos organizábamos tal vez nos iban a escuchar. Y, por cierto, no fue una equivocación: nos escucharon, al punto de que apenas se formó la agrupación nos pusieron una bomba que nos voló casi todo el edificio.
El Argentino.Com 08-03-2009
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