Convocatoria 2012 a poetas y narradores

Convocatoria 2012 a poetas y narradores
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martes, 20 de octubre de 2009

Escenarios, subjetividad y proyecto popular

POR RODRIGO CARBAJAL

El escenario nacional
Contra los escenarios alarmistas que, allá por los años 2005-2007, los voceros de la derecha denunciaban, la (mal) llamada hegemonía K (los grupos multimediáticos decían hegemonismo), vía el conflicto con las patronales agrarias, se tornó una ficción para propios y ajenos. ¿Quien pudo prever que a sólo unos meses de la rotunda victoria electoral de Cristina, la consideración social del gobierno se viera afectada tan seriamente, obligando, por ejemplo, a frenar la sangría con un adelantamiento electoral? ¿Quién hubiera pensado, en esos años de dominio K y debilidad opositora, que poco tiempo después varios frentes opositores, incluido el radicalismo con Cobos a la cabeza, estarían disputándose el gobierno del 2011? En poco tiempo, el escenario electoral y la correlación de fuerzas entre Gobierno y oposición pegaron un vuelco imprevisto.
A pesar de haber sacado un porcentaje de votos similar al Acuerdo Cívico y Social (30), el desenlace electoral fue leído como una derrota de la fuerza gobernante en todo el arco político (perdió el 30% de los votos obtenidos en 2007, pasando de 45 a 31 en 2009). Desde la oposición, interesada en la definición de la misma, fue significada como una derrota definitiva. Desde algunos sectores K y de apoyo crítico, fue leída como una derrota electoral que acotaba las posibilidades de continuar con una agenda de transformación, al tiempo que reducía fuertemente la posibilidad de reproducirse como fuerza que disputara las presidenciales en el 2011.
Para muchos de estos sectores, la derrota obligaba a reflexionar sobre aquellas cosas que el Gobierno no había realizado (construcción política, profunda distribución de ingreso) y había realizado mal (comunicación política, subsistencia de enclaves de política pública de corte neoliberal). Pero asimismo, exigía reflexionar sobre las condiciones de la subjetivad política de vastos sectores medios y populares que habían quitado el apoyo a la fuerza gobernante. La lógica cultural del neoliberalismo emergía con la fuerza de antaño. A estos sectores, muchos de ellos atravesados por la indiferencia y el discurso de la post-política, era imprescindible interpelar de otro modo si es que se querían construir mayorías para un proyecto popular.
Si las victorias electorales de otros tiempos pudieron hacer creer que las audacias de la agenda de gobierno, en orden a romper con algunas lógicas neoliberales, eran valoradas entusiastamente por los sectores populares, la derrota electoral obligó a reconocer que cierto sustrato cultural poco o nada había cambiado en estos años. Mientras que los escenarios electorales vieron alterar dramáticamente la correlación de fuerzas entre actores políticos de fuerte antagonismo (léase gobierno y oposición de derecha), en cambio, algo permanecía quieto en la profundidad de las conciencias políticas. Entre las deudas de este tiempo, aparecía la batalla por el sentido del mundo.
Así planteada la cuestión, resulta errado leer los resultados del 28 de junio – la victoria de Narváez, entre otros opositores de la derecha, y la contundente pérdida de votos del Gobierno - como la expresión de una derechización (en tal caso, en extremo acelerada) de la sociedad. El voto a la derecha no equivale a derechización. Desde hace tiempo que el sentido común es de derecha y legitima un determinado orden de las cosas. Hoy esa doxa se expresa menos en un retorno al paradigma neoliberal, que en el miedo que provoca cualquier intento de interpretar los problemas sociales a partir de los antagonismos políticos e ideológicos, sean estos populistas (pueblo y oligarquía) o clasistas (burguesía y proletariado, al menos). La debacle de la moral, al estilo Carrió, y los infortunios de la administración técnica del Estado, al modo político-empresarial, siguen siendo las explicaciones preferidas del sentido común.
Así las cosas, ni vuelco masivo a proyectos nacionales y populares en 2005 y 2007, ni masivo rechazo a modelos de intervencionismo estatal y de reconquista de la soberanía política en 2009. Usando metáforas mercantiles-futbolísticas, podríamos decir que los votos con los que el kirchnerismo triunfó en 2005 y 2007 fueron a préstamo, con opción a compra, de la cual no se supo y/o no se quiso hacer uso. Así lo muestra una investigación del Observatorio político electoral de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: un ¼ de los votos obtenidos por Cristina en 2007 en la ciudad de Buenos Aires, fueron en la última elección al PRO y un 17% a Proyecto Sur.
Por otra parte, los cambios en la subjetividad política difícilmente se produzcan de manera masiva en tan breve lapso, sobre todo cuando el debate político está en gran medida ausente, tanto del territorio como en su espacio vertebrador, los medios. Podría decirse que desde hace algunos años, sobre todo desde el gobierno de Cristina, mientras que en el país ocurren disputas inéditas por la redistribución del poder, poco de esto se refleja en las esquinas y en la presentación de la realidad que hacen los medios masivos. Allí se hace dominante el discurso de la impostura K, a la Carrió (e incluso a la Solanas): no se trata de ideología o proyectos post-neoliberales; se trata de negocios de la pareja presidencial.

La ciudad
Esta especie de vida paralela entre escenarios electorales y subjetividad política también permite releer el escenario local. Al igual que en la nacional, la ciudad también deparó sorpresas electorales y cambios de escenarios. El 28 de junio, contra todos los pronósticos, el macrismo perdió una considerable porción de los votos obtenidos dos años antes. Blindado mediáticamente y con una oposición fragmentada, sin embargo, la errática gestión de gobierno provocó el vuelco del 30% de los votos obtenidos en 2007 hacia ofertas electorales de oposición. Al mismo tiempo, la figura de Pino Solanas cosechó un inimaginable 24% de votos, sorprendiendo hasta los propios. La lista de sorpresas sigue con la cuasi desaparición electoral de Ibarra y la merma de votos sufrida por la lista de Carrió.
Como en la nación, la realidad política local emerge desmarcándose de los escenarios vaticinados por los más desinteresados analistas. Así como es necesario precisar los significados de la derrota del Gobierno nacional, situando éstos más en el rechazo a los estilos K que en un apoyo a proyectos conservadores y neoliberales, debe leerse sin automatismos los resultados de la ciudad.
De algún modo, la pérdida que sufrió el macrismo de un 30% de los votos obtenidos en 2007 (pasó de 45 a 31) y la suma de los porcentajes obtenidos por representantes de la centroizquierda, Solanas (24), Heller (12), Ibarra (3) y el socialismo (2), alcanza porcentajes (41) que ilusionan respecto de la posibilidad de que la centroizquierda pueda alcanzar las mayoría necesarias para entrar en la segunda vuelta por la Jefatura de Gobierno del 2011. Sin embargo, las cosas tal vez no sean tan fáciles.
Ha sido un lugar frecuentado, por ejemplo, leer la excelente cosecha de votos de Pino Solanas como la expresión de un corrimiento del electorado capitalino a la izquierda. La tentación se produce al no distinguir entre lo que es un voto de centroizquierda y lo que es un voto a un representante de la centroizquierda. Según el estudio citado anteriormente, de los 24 puntos obtenidos por Proyectos Sur en 2009, no menos de 6 habrían votado a Macri en el 2007. ¿En que medida estos 6 puntos pueden considerarse electores progresistas? ¿Puede esperarse su fidelidad a un proyecto de centroizquierda a la hora de competir por la Jefatura de Gobierno contra un proyecto de derechas?
No es fácil saberlo. Se puede votar a Pino y no ser de centroizquierda. Incluso podría postularse que quien optó por propuestas de derecha en elecciones ejecutivas - sabemos que en éstas se hace visible una mayor puja ideológica que en las legislativas - difícilmente dos años después pueda considerarse un votante de centroizquierda. Suele calificarse este voto de opciones contradictorias, variables, como "volátil". Se supone que al elector le parece lo mismo una u otras opciones y entonces decide por razones "menos ideológicas", como la imagen, cualidades personales o la destreza mediática.
Lejos de esta apreciación, debe decirse que el llamado voto "volátil" es de un votante ideologizado, como todos. Está atravesado por el discurso de la antipolítica, de la muerte de las ideologías, de la indistinción entre izquierdas y derechas; se articula con la creencia de que el problema "político" es de corte administrativo, o incluso moral. Aun sin conciencia de serlo, este votante es de centro o derechas, pero nunca de izquierdas. Si bien fue escrutado para el campo popular en estas elecciones, no debe ser contado sino en calidad de préstamo. Sólo la conquista de la conciencia política puede comprometer la voluntad.
La pregunta que sobreviene es la siguiente: ¿cómo fue posible que votantes de centro o centroderecha votaran a Pino? ¿Habrán intentado otra opción electoral, distinta a la “natural”, como quien decide probar con una nueva marca de yogurt? ¿O lo que ocurrió fue que hubo más de un Pino en oferta: el clásico de centroizquierda y uno nuevo, de centro? Su apelación a la necesidad de que el Gobierno dialogue y la crítica al kirchnerismo distinguible sólo de a ratos con la realizada por la oposición de derecha, sugieren que para una porción de sus electores Proyecto Sur fue una opción de centro.
¿Proyecto Sur una opción de centro?, ¿y las propuestas de estatización de los servicios públicos?, ¿y las denuncias de saqueo de los recursos naturales, por obra de empresas multinacionales? ¿Cuál es la “verdad” de la posición solanista? Para empezar, podríamos decir que la verdad es más de una y se define, en parte, por quien la interpreta. Hubo un Solanas progresista, estatista y desarrollista para muchos votantes de centroizquierda, y otro Solanas de centro, híper crítico al Gobierno, para quienes, por ejemplo, no percibieron grandes diferencias entre votar al macrismo en 2007 y a Solanas en 2009.
La verdad es relativa también porque se define más allá de quienes la sostienen y pretenden. En el caso que nos ocupa, los posicionamientos políticos se definen en contexto, nunca de manera absoluta. Es decir, más allá del discurso de centroizquierda de Pino, su posición política debe ser comprendida en relación a las restantes posiciones de los actores del juego político. Ser de izquierda no es sólo levantar las banderas tradicionales de la izquierda, sino jugar como tal, en las contradicciones principales del conflicto político. De allí que, para muchos, Proyecto Sur, con discurso de centroizquierda, sin embargo, tuvo efectos funcionales a la derecha.
Es quizás por este posicionamiento, y no tanto por su discurso y proyectos, que Solanas logró interpelar al menos a 6 de los 24 puntos cosechados. Si así fuera, la participación de la centroizquierda en el balotaje por la Jefatura de Gobierno de 2011, liderada por el solanismo, deja de ser una certeza para transformarse en una posibilidad que es necesario construir de igual a igual con el resto de los actores del campo progresista y popular.
La verdad es relativa, decíamos, pero también una voluntad del poder. En este caso, del poder mediático. El discurso solanista apeló a la tradición progresista, desarrollista, nacional y popular, mezclado con una crítica furibunda a los K, a quienes se acusaba de no haber roto con una tradición conservadora. En esta crítica quizás se explique la cálida acogida mediática de Proyecto Sur, por parte de los grupos multimedia. ¿Quien mejor que alguien proveniente del campo popular, como Pino, podía horadar la pretensión kirchnerista de ser el verdadero representante de los intereses del pueblo? Para los grupos multimedia de eso se trataba. Para Proyecto Sur, la cuestión tenía que ver con la sucesión del kirchnerismo; muerto éste ¿quién hereda la representación popular?

Proyecto popular
¿Qué futuro inmediato hay para un proyecto popular? ¿Qué sectores políticos podrían impulsarlo? ¿En qué medida el kirchnerismo debe despedirse como fuerza protagónica de la disputa de poder de cara al 2011? ¿Es posible concebir un proyecto popular, de alcance nacional, sin la interpelación profunda a las diversas tradiciones nacionales, populares, peronistas y de izquierda?
Para el proyecto post-neoliberal, los resultados electorales dejaron como saldo una fuerza nacional muy debilitada, que sin embargo sigue siendo la primera minoría electoral, como el kirchnerismo, y dos fuerzas locales emergentes que alcanzaron similar cosecha de votos: Proyecto Sur, en la Ciudad (contó con 437.634 votos, equivalente al 24,21%), y la alianza encabezada por Sabatella en la provincia de Buenos Aires (cosechó 402.502, correspondiente al 5,56%).
Decíamos antes que, en los últimos años, los escenarios electorales cambiaron drásticamente mientras que la mayor parte de las conciencias permanecieron casi intactas en sus posiciones político-ideológicas. Esto se traduce en escenarios variables en términos electorales, aunque muy poco dinámicos en relación a las transformaciones culturales, a la toma de conciencia, que requeriría un proyecto emancipador.
¿Que significa en concreto este escenario para el campo popular? Por un lado, supone que el kirchnerismo, a pesar de ser la única fuerza de alcance nacional que puede ejercer su representación, por lo menos a mediano plazo, tiene vedada la posibilidad de ganar las presidenciales de 2011. Asimismo, es probable que vea comprometida su disputa por entrar al balotaje. Sin embargo, los márgenes de este último escenario pueden variar en relación a la estrategia K y los resultados que de ésta se deriven. Por el otro lado, cualquier proyecto popular debe prever los límites culturales para un proceso de transformación. Trabajar para correr estos límites es parte de toda estrategia, y la discusión de una nueva ley de medios es un peldaño fundamental dentro de ésta.
Los trazos, muchas veces contradictorios, del proyecto post-neoliberal kirchnerista no lograron, en seis años de gobierno, transformar la fragmentación del campo popular, ni la dispersión de sus fuerzas políticas. La disputa al interior de la propia fuerza gobernante, su reflejo en la persistencia de enclaves neoliberales dentro de la gestión gubernamental, la falta de una voluntad clara de construcción de poder popular y las restricciones culturales de la escena contemporánea, deben contarse entre las razones del retroceso electoral en los propios sectores populares, a manos de la oposición conservadora.
Con los resultados electorales puestos, la mayor parte de los analistas políticos diagnosticaron el fin del kirchnerismo. Para muchos, con la opinión pública en contra, divorciado de los sectores medios y con la indiferencia de amplios sectores de las clases populares, el kirchnerismo debía producir una salida ordenada a través de la negociación con los poderes fácticos. Sin embargo, como también sucedió con el conflicto con las patronales agrarias, el Gobierno parece intentar salir de la situación de debilidad “fugando hacia delante”, con la estrategia que podría caracterizarse como de profundización de los cambios.
La propuesta de discusión de una nueva ley de servicios audiovisuales y el intento de que ésta obtenga el apoyo de las fuerzas de centroizquierda, constituye la prueba de fuego para establecer un programa de reformas que reactive parte del consenso perdido, al tiempo que produzca avances legislativos y de gobierno en línea a comenzar a saldar la deuda social pendiente. Esto supone, por ejemplo, avanzar con un programa de ingresos que atienda a los sectores más desprotegidos, con un nuevo marco regulatorio de la actividad financiera y con la reforma tributaria, ente otras. La apuesta a la discusión parlamentaria en orden a fortalecer el rol regulador del Estado y sus competencias redistributivas, como ocurre con la ley de medios, crea condiciones propicias para ordenar el espacio político según las coordenadas ideológicas.
¿Seguirá siendo ésta la estrategia K? ¿En qué medida será acompañada por el conjunto de la centroizquierda? ¿Es probable un camino de convergencia legislativa con la centroizquierda, que al mismo tiempo sea exitosa en términos de producir profundos cambios normativos? Si así fuera, ¿cómo se las ingeniará el Gobierno para avanzar con una estrategia de profundización de los cambios, acompañado de la centroizquierda, sin que sectores conservadores del oficialismo le quiten apoyo parlamentario? ¿Puede el trabajo legislativo conjunto ser la base de un nuevo acuerdo entre algunos actores progresistas y los K, de cara al 2011?
Es posible pensar que, en la medida en que el programa de convergencia legislativa se concrete y que al mismo tiempo sea acompañado de una gestión de gobierno audaz, sobre todo en lo que hace a recuperación del nivel de vida de los sectores populares, el kirchnerismo pueda obtener una sobrevida que lo coloque en la disputa por entrar en el balotaje para disputar las presidenciales del 2011, aunque pasar de allí resulte mucho más complicado. Para esto, el kirchnerismo y sus aliados deberían poder construir un relato que interpele de manera eficaz y "monopólica" a los sectores populares. Los sectores medios podrían disputarse luego, a partir de constituirse como la fuerza que representa los intereses del pueblo.
Una fuerza así, capaz de movilizar las más diversas memorias de resistencia y dispuesta a contener las variadas tradiciones populares, por fuerza, ya no sería sólo kirchnerista. Si esto fuera una posibilidad en camino y no una sobre-lectura de la realidad, ¿de qué modo incidir para este rumbo se clarifique y consolide?; ¿cómo acotar los sectarismos de algunos liderazgos, en función de priorizar un proyecto popular con vocación de poder?

viernes, 9 de octubre de 2009

Ley de Medios Audiovisuales

Los que adherimos al trabajo profundo y participativo de la Coaliciòn por una Radiodifusiòn Democràtica que hoy se expresa en el proyecto de Ley de Medios Audiovisuales enviado por el Gobierno Nacional y votado en Diputados por los sectores polulares, progresistas y de centroizquierda, vamos a acompañar la votaciòn en el Senado

Viernes 9 de Octubre desde las 17hs. frente al Congreso de la Naciòn

Actividad con entrada gratuita

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No te quedes adentro, detrás de las rejas. Ni salgas afuera, sin red que te contenga.

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Ley de Maedios Audiovisuales ¡Ya!

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